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La promesa

El siguiente trabajo tratá de mostrar un pequeño análisis del capítulo I “La promesa” recuperado del libro “La imaginación sociológica”  escrito por C.Wright Mills. En dicho análisis se intenta señalar distintos argumentos que den muestra de la promesa que se nos ofrece al observar la sociedad desde "la imaginación sociológica".. Esta imaginación, en ocasiones sin apenas darnos cuenta, es desempeñada por un gran número de personas en su imperioso esfuerzo de conocer, estudiar, entender y explicar los hechos acaecidos en tan grande, extensa y diversa sociedad.

En la actualidad el individuo se encuentra atrapado en el contexto en el que habita, sin darse cuenta que el simple hecho de existir le hace partícipe activo de la sociedad y por tanto de la historia de la misma. Forma parte de la sociedad pero a la vez su interacción en la misma, crea la historia en sí.

Sin embargo y pese a la relación existente entre la vida  (la interacción social del individuo) y la historia, es poco habitual que dicho individuo aprecie el nexo de unión existente entre “el yo y el mundo”. Lo cual podría ser debido a la rapidez con la que cambia nuestro entorno. Esta velocidad no da tiempo al individuo a asimilar dichos cambios. En el momento que cree haber entendido el momento actual, éste ha cambiado sintiéndose de nuevo perdido y sin poder ubicarse en un espacio de la historia de la que es participante, es decir, sin poder relacionar sus propios miedos, inquietudes, esperanzas, etc., con los problemas, proyectos, objetivos, etc., de la sociedad  en general, o del mundo en su totalidad.

De este modo, el individuo lo que necesita no es sólo la visión general que le muestra el entorno, ya que se trata de una información global que es muy difícil de entender racionalmente sin una cualidad muy importante y muy escasa hoy día, lo que necesita el individuo es “la imaginación sociológica”. Con ella, el individuo adquiere una sensibilidad necesaria para la determinación de sus propios valores y a partir de dichos valores tener una visión globalizada de la sociedad. Esta visión le ayudará a comprender mejor el sentido cultural de las ciencias sociales.

Según palabras de C. Wright Mills, el primer fruto de esa imaginación sería “la idea de que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia  y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades  en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias” (…) “La imaginación sociológica es la forma más fértil de esa conciencia de sí mismo

En este sentido, bien se podría decir que el ser humano crea la sociedad y la historia de la sociedad, pero a su vez, la sociedad y la historia hacen la biografía del ser humano en particular. He aquí el cometido y la promesa de la imaginación sociológica, poder entender la relación existente entre ambas dentro de la sociedad. El individuo se conoce a sí mismo mediante el reflejo que la sociedad le muestra de su persona. Dicha cuestión, es expresada con claridad mediante “la teoría del espejo” formulada por Cooley “Las persona adquieren su propia imagen de acuerdo a las formas en que otros individuos reaccionan a sus acciones[1] Por lo que el individuo no puede llegar a conocerse a sí mismo si no reconoce la interpretación que la sociedad hace de él.

Así pues, todo estudio social que se aprecie ha de centrarse tanto en la biografía como en la historia y en el encuentro de ambas dentro de la sociedad, planteándose diversas cuestiones, tales como:

- las características más importantes de la sociedad estudiada,

- la relación de ésta con la historia,

- y cómo es el individuo que existe en dicha sociedad, entre otras muchas cuestiones.

La imaginación sociológica debe dotar al investigador de la capacidad de plantearse dichas cuestiones desde todas las perspectivas posibles.

Desde una perspectiva individual, en el actor social surgen inquietudes que le afectan a él en particular y a áreas limitadas de su vida social; los valores defendidos por él parecen amenazados. Por el contrario, desde una visión más global, cuando estas inquietudes trascienden del individuo para afectar a una gran parte de la sociedad, pasan a ser problemas; dicho fenómeno o problema es entonces un asunto público. Pongamos como ejemplo la fuerte crisis existente hoy día en la sociedad. Pues bien, el hecho de que un individuo en particular no pueda cubrir sus necesidades básicas, podría decirse que es una inquietud que le afecta a él y a su entorno más cercano, familia y demás. Pero cuando tal hecho transciende del mismo individuo para afectar a un gran número de personas, pasa a ser un problema social, en el que ya entran a tomar parte en el asunto diversas instituciones sociales o gubernamentales, es un problema público.

Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos entre una  gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica” (C. Wright Mills)

Según C. Wright Mills, en otros tiempos ya pertenecientes a la historia, los valores amenazados eran fácilmente reconocidos por la sociedad y también quién o qué acechaba dichos valores (años 30,  crisis económica) Pero hoy día la percepción que tiene la sociedad de las amenazas que pueden actuar sobre, y afectar a, determinados valores es muy difusa, no se ve claramente. Es más, se podría decir que tampoco se tienen definidos los valores en sí, del individuo. Por lo que tal confusión lleva a un estado de malestar, siendo este malestar el que crea la inquietud. Por otra parte la indiferencia, o falta de valores, es la que forma el problema. Siendo estos conceptos “malestar e indiferencia” los que marcan la sociedad actual.

Así bien, una de las principales tareas a ejercer por el científico social es identificar y definir cuáles son los elementos que crean dicho malestar y el porqué de la indiferencia mostrada por la gran mayoría de la sociedad. De este modo y con este fin se puede observar y justificar  la imperiosa necesidad y el papel que las ciencias sociales desempeñan en el momento actual; la importancia de sus estudios y, cómo no, de la imaginación sociológica, como cualidad necesaria para la interpretación de tales estudios.

Tras un determinado espacio en el tiempo en el que la ciencia física o biológica  y sus métodos, podían demostrarlo todo, según C. Wright Mills, parece ser que la sociedad está dando un giro hacia lo explicativo, valorando la necesidad que posee la sociedad moderna de la ciencia social. Ésta reivindica la subjetividad, la interpretación weberiana relacionada con la historia, que puede hacernos entender cómo y de qué modo hemos llegado hasta aquí, “la ciencia humanística”.

De este modo, C. Wright Mills opina que la ciencia social debe tratar y estudiar los problemas verdaderamente importantes y públicos sin perderse en metodologías puramente escaparatistas, o trámites y papeleos administrativos que impidan, o cuanto menos, entorpezcan el trabajo de un buen investigador social. Para el autor, el análisis social clásico mantiene una serie de tradiciones que se pueden entender y utilizar con facilidad, sin la necesidad de servirse de complicados conceptos. Estos análisis clásicos mantienen una relación directa con los problemas públicos y las inquietudes humanas. De ahí que la atención intelectual y la atención pública se centren en la sociedad y sus problemas. Siendo ésta una oportunidad en la que se revelan tanto la promesa intelectual de las ciencias sociales, los usos culturales de la imaginación sociológica y el sentido político de los estudios sobre el hombre y la sociedad.

El proceso de adquisición por nuestra sociedad, más en concreto por la comunidad cultural y científico-social, de esta cualidad tan importante y necesaria “la imaginación sociológica” es lento, pero cada vez se haya más presente en diversos campos tanto literarios como políticos. Ya que sus cualidades dotan de la sensibilidad necesaria para poder comprender nuestras realidades íntimas con las más amplias realidades de la sociedad. Aunque en ocasiones pueda parecer que es una simple moda, no lo es, es la cualidad cuyo uso ofrece la promesa de que todas las sensibilidades culturales llegaran a representar un papel más importante en los asuntos humanos.

De tal modo que, actualmente y por el giro que está mostrando el conjunto de la sociedad hacia lo explicativo, lo subjetivo, y en lo general el interés y preocupación por los asuntos y problemas sociales, la sociología está siendo uno de los puntos de interés más  importantes, tanto en lo que a sus métodos se refiere, como a sus teorías. Las cuales, mediante el trabajo sociológico se han movido siempre en diversas direcciones:

  • Hacia una teoría de la historia, estudiando las distintas etapas del curso de la vida histórica y las regularidades de la vida social (Comte, Marx, Spencer y Weber)

  • Hacia una teoría sistemática  de la naturaleza del hombre y de la sociedad, mostrando ésta mayor interés en una visión estática, abstracta y generalizada de los componentes de la estructura social (Simmel y Von Wiese).

  • Y hacia el estudio empírico de los hechos y los problemas sociales contemporáneos.

 

Por último y como reflexión expuesta por C. Wright Mills en el capítulo I de su libro “La imaginación sociológica” y compartida por quien aquí se expresa, la sociología es algo más que una ciencia en sí, es el conjunto de muchas de ellas, de las que ha adquirido matices variados que enriquecen su forma de observar e interpretar la sociedad. Dichos matices no se pueden denominar con simples conceptos, ya que se trata de algo más profundo e interno, una mirada desde el interior hacia el exterior con una visión diferente y prometedora, con imaginación.... con “La imaginación sociológica”.

 

María José Sanchís Ramón

 

[1] Gilbert Ceballos, Jorge (1997) Introducción a la Sociología. Ed. LOM Ediciones. Santiago de Chile. Pág 174

Bibliografía: 

  • C. Wright, Mills (1985) La imaginación sociológica. Ed. Fondo de Cultura Económica. México

  • Gilbert Ceballos, Jorge (1997) Introducción a la Sociología. Ed. LOM Ediciones. Santiago de Chile.

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